Caso de éxito en Málaga: incapacidad permanente absoluta por enfermedad de Vogt-Koyanagi-Harada

Una historia real en la que conseguimos que el INSS reconociera la incapacidad absoluta a una vecina de Málaga afectada por una enfermedad ocular rara.

Hay historias que, la verdad, se te quedan grabadas. Esta es la de una vecina de Málaga que llevaba años luchando con una enfermedad rara y complicada: la enfermedad de Vogt-Koyanagi-Harada, un trastorno autoinmune que le afectó gravemente la vista.
A pesar de su situación, el INSS seguía insistiendo en que “podía trabajar en algo”. Pero la realidad era otra. Y decidimos no rendirnos.

En nuestro despacho llevamos muchos casos parecidos, y como en otros casos de éxito de incapacidad permanente, sabíamos que la clave estaba en demostrar las verdaderas limitaciones del día a día.

Cuando el INSS dice “no” aunque tu visión te diga lo contrario

Nuestra clienta tenía reconocida una incapacidad permanente total, pero su vista había empeorado mucho. Ya apenas podía distinguir formas ni leer con claridad, y salir sola a la calle era todo un reto.

Aun así, el INSS negó la revisión que pedimos para que se reconociera la incapacidad absoluta. Decían que no había cambios importantes.

Y claro, ahí es cuando uno piensa: ¿cómo es posible que se hable de “mejoría” cuando apenas puedes ver?

La verdad, fue un golpe duro para ella. para ir a juicio y, como en otros casos de éxito de incapacidad permanente, demostrar que la justicia sí llega cuando hay razones médicas y humanas de peso.

Fue el empujón que necesitábamos para ir a juicio y demostrar que el diagnóstico y la vida real contaban más que un dictamen automático.

Preparando el caso: la clave está en los informes

Sabíamos que esta enfermedad no era cualquier cosa. La Vogt-Koyanagi-Harada puede causar inflamación del ojo, pérdida progresiva de visión y, con el tiempo, ceguera legal.
Así que nos pusimos a trabajar con calma y rigor. Reunimos todos los informes de oftalmología, revisamos los valores de agudeza visual (0.1 en un ojo y 0.05 en el otro) y lo comparamos con la escala de Wecker, que equivale a una pérdida del 84 % de visión global.

Traducido a la vida diaria: leer un papel, usar un móvil o reconocer a alguien a dos metros era prácticamente imposible.

Con toda esa documentación, presentamos la demanda para que se revisara su grado de incapacidad. Y, sinceramente, no fue fácil, pero la convicción de que teníamos razón nos sostuvo durante todo el proceso.

Este tipo de preparación médica y jurídica es la base de cada revisión de grado de incapacidad permanente que tramitamos, especialmente cuando el INSS no reconoce el empeoramiento real del paciente.

El día del juicio: cuando la verdad pesa más que los papeles

El juicio se celebró en el Juzgado de lo Social nº 1 de Málaga, y fue intenso.

Contamos con todos los informes médicos y con la historia clínica que mostraba la evolución real de la enfermedad. Explicamos al juez que no se trataba solo de un problema visual, sino de una pérdida total de autonomía laboral.

Ella ya no podía realizar ningún trabajo con continuidad ni eficacia, ni siquiera aquellos que se hacen sentados frente a un ordenador. Su mundo visual era, literalmente, sombras y contrastes.

Un caso muy similar fue el de una trabajadora con secuelas neurológicas, donde también conseguimos una incapacidad permanente absoluta por epilepsia.

La sentencia: por fin, justicia

Después de unos días de espera, llegó la noticia que tanto esperábamos: el Juzgado nos dio la razón.

Reconoció que las limitaciones derivadas de la enfermedad la dejaban sin capacidad laboral residual y que, por tanto, le correspondía la Incapacidad Permanente Absoluta derivada de enfermedad común.

Además, el juez fijó los efectos económicos desde febrero de 2023, lo que significa que también recibirá los atrasos que el INSS le debía.

No te imaginas el alivio. Fue una mezcla de orgullo, alegría y descanso. Esa sensación de haber peleado lo justo y haberlo conseguido.

Lo que aprendimos de este caso

Si estás pasando por algo parecido, créeme: no te rindas ante el primer “no” del INSS.

A veces, las resoluciones se quedan cortas o no reflejan cómo afecta una enfermedad en la vida real. Y cuando hay informes médicos sólidos y una historia coherente detrás, los jueces escuchan.

Este caso nos recordó que detrás de cada expediente hay una persona que quiere seguir adelante con dignidad. Que no pide más de lo que merece: simplemente, una pensión justa para vivir con tranquilidad.

CONCLUSION

Cada sentencia ganada nos confirma que merece la pena insistir.

Esta vecina de Málaga no solo consiguió su incapacidad permanente absoluta por enfermedad de Vogt-Koyanagi-Harada, sino que recuperó la calma después de años de lucha y papeleo.

En nuestro despacho lo decimos siempre: no cobramos si no ganamos, pero cuando ganamos, la satisfacción no se mide en dinero. Se mide en justicia.

Si crees que te encuentras en una situación parecida o el INSS te ha denegado la pensión, cuéntanos tu caso. Lo estudiaremos sin compromiso y solo cobramos si ganamos.

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Roberto Hernández

Roberto Hernández

Director de AcomisiónAbogados

Este artículo ha sido redactado por el director de nuestra firma Roberto Hernández.